En entrevista con Efe a su regreso de negociaciones en Buenos Aires, Cáceres aseveró que “hay una voluntad política de ambos Gobiernos de desendeudar totalmente Yacyretá” y la necesidad de transformar a la central “de monumento a la improvisación en empresa rentable”.
El escollo es determinar el montante de la deuda de la represa, que a fines de 2011 se situaba en 15.652 millones de dólares, de los cuales 14.459 millones son con el Tesoro argentino: 5.773 millones de principal y el resto de intereses y actualizaciones.
Según Cáceres, “existe un principio de voluntad política” para asumir sólo el capital de la deuda y técnicos de ambas partes están trabajando para cerrar los números y plantear una propuesta a los Gobiernos “mucho antes de mediados de año”.
El director recordó que los dos países acordaron en febrero de 2011, cuando la represa comenzó a funcionar a cota máxima, que cualquier proyecto de ampliación, como la del brazo de Aña-Cuá, está supeditado a un acuerdo sobre la deuda.
Fruto de un tratado suscrito en 1973, la represa de Yacyretá sobre el río Paraná tardó 38 años en completarse, 12 de los cuales estuvo parada cuando el Gobierno de Carlos Menem, que la calificó de “monumento a la corrupción”, quiso privatizarla, y costó al menos 12.500 millones de dólares.
La hidroeléctrica, en la que Paraguay puso un 80 por ciento del territorio y Argentina los fondos, cubre en torno al 20 por ciento de las necesidades energéticas argentinas: el 94 por ciento de su producción lo factura la argentina Ebisa.
El Gobierno de Paraguay obtuvo en 2011 una compensación de 140 millones por la energía cedida a Argentina y sólo 6 millones dedicados a proyectos sociales de su facturación, que rondó los 900 millones.
En 2012, la compensación será de 120 millones y los fondos sociales de 8, con una facturación prevista en torno a los 1.000 millones de dólares.
Cifras éstas que revelan que Yacyretá tiene el potencial de ser una de las principales fuentes de riqueza para Paraguay junto a la otra central construida con Brasil sobre el Paraná, la de Itaipú, la mayor generadora de electricidad del mundo.
Pero junto a la solución política que requiere el contencioso por su deuda, Yacyretá afronta los desafíos de “reducir y reorientar” gastos corrientes desproporcionados y de “cambiar el pensamiento de clientelismo, mendicante” que la ha permeado.
“Yacyretá ha sido durante 38 años un monumento a la improvisación (…) Esa es la tarea psicológica más difícil que estamos teniendo que encarar con los recursos humanos de la organización, para convertirla en una empresa viable”, dijo su director paraguayo.
“Tanto en Itaipú como en Yacyretá, constató, existen muchos intereses creados, de empresarios, de dueños de medios, de contratistas o grupos sociales (…) porque se manejan grandes obras, grandes números”.
Cáceres, al frente de la central desde diciembre pasado, admitió que cierta “indisciplina política” en el lado paraguayo dificulta las negociaciones con Argentina, que proviene de un sector calificado del “fundamentalismo energético” por el ex director de Itaipú Carlos Mateo Balmelli.
“Con sus luces y sus sombras, observó, mucha gente fue beneficiada por estas dos entidades, las mismas gentes que se ponen a jugar al tiro al blanco” en defensa de la soberanía paraguaya y perseveran en actitudes “que solamente nos pueden llevar a una guerra de la Triple Alianza (1865-70)”, que enfrentó a Paraguay con Brasil, Argentina y Uruguay y diezmó su población.
Para Cáceres, la mejor defensa de la soberanía de Paraguay es “obtener ventajas y réditos de la defensa de sus intereses”, admitir que Yacyretá “no fue una donación” y que “algún tipo de coste hay que reconocer” y asumir ante Argentina.
Nota publicada por: IP Paraguay